Plástico, ¿genial o perverso?

Comisariado, instalación e identidad visual para la exposición “Plástico” del Museu de la Vida Rural, Fundación Carulla.

En 2018 empecé a trabajar con el Museo de la Vida Rural co-comisariando la exposición “Plástico, ¿genial o perverso?”. Una exposición itinerante que ya ha estado en el Museo de la Pesca en Palamós, y en el Museo de la Piel de Igualada. Los años pasan, pero la temática sigue siendo actual.

Ya hace años que los científicos nos hablan del cambio climático y que nos queda cada vez menos tiempo para llegar al punto de no retorno. Uno de los grandes problemas es el exceso de plástico que tenemos en nuestro planeta, actualmente existen 5 islas de plástico flotante por nuestros océanos, llamadas las islas de basura. Hay una tendencia a demonizar el plástico mientras que otros todavía se resisten a dejar de utilizarlo, pero el problema no es el plástico en sí, sino nosotros, la sociedad, por el uso indebido que hacemos de este recurso -un material tan maravilloso que nunca desaparece. ¿Pero qué sentido tiene darle un solo uso a un material tan resistente, que tarda años en desaparecer?

La exposición “Plástico” nace de la necesidad de reflexionar y debatir sobre uno de los materiales que más ha cambiado nuestras vidas: el plástico. El objetivo es crear una exposición que genere reflexión y pensamiento crítico desde una mirada artística y experimental, reuniendo obras de una veintena de artistas, donde los usuarios puedan participar, empoderándose siendo el motor del cambio.

Cliente: Museo de la Vida Rural
Año: desde el 2019

La exposición se divide en cuatro salas. En la primera sala, «la Era del Plástico», vemos la representación de objetos cotidianos duplicados. Contamos con la versión clásica, recipientes de madera y metal, y la versión actual, todos de plástico. Además, encontramos la biografía del material expuesta en formato audiovisual: cuándo y cómo fue creado y cómo entró en nuestras vidas.

La segunda sala es llamada «El Objeto». Aquí nos encontramos con piezas artísticas que han trabajado la bolsa de plástico (icono de uno de los muchos usos efímeros que le damos a este material eterno) como objeto de belleza. Somos nosotros los que decidimos qué utilizamos sólo una sola vez, por tanto, somos los que le asignamos este valor. Las obras ponen en contradicción y contraposición el uso necesario del plástico vs. el abuso innecesario.

La tercera sala trata «La Pervivencia» del plástico, ya que este material sobrevive por encima de todo lo demás. Podemos ver obras que representan metáforas de la durabilidad del plástico. Aquí aprendemos que producimos más plástico del que podemos asumir y gastar.

La cuarta sala, «La Abundancia» habla de la abundancia y sus consecuencias: las playas y los océanos están llenos de plástico y desechos, gracias a nuestra manera de hacer cómodo y poco consecuente.

En esta cuarta sala terminamos en una instalación que nos adentra en un mar de plástico, una atmósfera que angustia, pero que a su vez, eclipsa por su belleza. ¿Qué paradoja, verdad?

A lo largo de la exposición nos vamos encontrando con la intervención de Domestic Data Streamers, expertos en recopilación de datos analógicos. Nos preguntarán sobre nuestra relación con el plástico. Las respuestas se tendrán que expresar en forma de pieza de montaje. Al cabo de un rato, los usuarios habrán construido figuras sin apenas darse cuenta.

El colectivo Basurama realizando su instalación en el exterior del museo.
En la exposición participan distintos artistas que tratan su obra desde una perspectiva de crítica social: fotógrafos, videógrafos, escultores… En la inauguración participaron incluso diseñadores de espacio, food designers y artistas especializados en performance.
La gráfica debía responder al propósito de la exposición: crear un sentimiento de dualidad, lo bueno y lo malo, la esperanza y la culpabilidad. La imagen elegida, de Silvia Conde, es la encargada de conseguir esta dualidad: una imagen perversa -donde se ve a alguien espiando-, pero que a su vez, es especialmente bonita gracias a su composición.
Optamos por escoger una tipografía que respirase flexibilidad, «Continua» de Edition Studio, haciendo alusión, de este modo, al material protagonista de la exposición: el plástico. El color negro fue escogido para representar la crítica a nuestro consumismo.
En la maquetación de los vinilos de la sala, quisimos plasmar también esta flexibilidad. Los textos de sala fueron plastificados para redondear la conceptualización de la gráfica. En cada página de estos folios podíamos encontrar el siguiente texto: «Este documento ha sido plastificado mediante una funda de polietileno tereftalato (PET) que puede tardar hasta 150 años en descomponerse. Podrá ser reutilizado hasta la clausura de la exposición. Sin la funda de plástico deberían imprimirse alrededor de 45 kg de papel.»